Recuerdo que hace mucho, mucho tiempo conseguimos reunirnos todos. No
veas qué follón para encontrar una mesa para noventa y dos comensales.
Decidimos ir a un bar de bocatas en vez de pagar por un menú cerrado,
que luego te clavan. ¡Qué buena idea! Cenamos estupendamente. Luego nos
fuimos todos a un garito por el centro y… bueno, la cosa se lió un poco.
Al principio algunos no estaban de acuerdo, pero Iridio (pobre, ¡qué
pesado es!) consiguió convencerlos. ¿Convencerlos? ¿Para qué?.
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¡Ya estamos todos! ¿O no?
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