Imaginemos a Indiana Jones entrando en un bar, pero no en un antro
cualquiera sino en uno situado en la frontera de Siberia. Ahora bien,
Indiana no es ningún tonto y se da cuenta de que algo no cuadra: hay
gente muy rara en aquel lugar. Uno de ellos tiene tatuajes que lo
identifican como un soldado de élite ruso, otro de los parroquianos mira
a todos intentando adivinar las intenciones de los demás y, por último,
el más desconcertante de todos ellos es un señor que parece un
académico que no ha probado el alcohol en su vida —creedme, un bar en la
fría Siberia no es lugar para un abstemio— Indiana no tarda en darse
cuenta de la situación y de repente se acerca al personaje con pinta de
académico, hace un chiste en ruso que nadie más puede entender y se
destapa toda la historia. Ahora es obvio que un equipo de gente malvada
está buscando el mismo tesoro que nuestro héroe, así que acto seguido se
forma una pelea que hace volar todos los muebles del bar.
link:
Indiana Jones y el intestino grueso
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