Le ruego que piense durante unos segundos en el alimento que más le
gusta. El más sabroso, el que más disfruta comiendo. Imagínelo entrado
en su boca, masticándolo lentamente, percibiendo su complejo aroma,
tragándolo y percibiendo cómo su gusto se mantiene chispeante durante un
buen rato. Piense en cómo disfrutaría con su intenso y placentero
sabor. Tras estos instantes de regocijo imaginario, ¿es capaz de
aguantar sin levantarse a buscarlo a la cocina o está dispuesto a
movilizarse y actuar para conseguirlo? ¿Siente deseos intensos y casi
imposibles de soportar? ¿Es una situación excepcional o le ocurre con
frecuencia? ¿Con uno o con varios alimentos?
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Alimentos como drogas
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