El éxito de los vehículos aéreos no tripulados, más conocidos como
drones, ha hecho que se habitual verlos en todo tipo de entornos,
incluidas las ciudades. Cuando uno de estos dispositivos vuela entre los
edificios, está sometido a una serie de corrientes y turbulencias que convierten el vuelo en todo un desafío para los operadores. "Pero si miras justo encima verás una paloma bajar en picado tan tranquila", asegura David Lentink. "No tiene problemas para estabilizarse, volar doblando las esquinas, esquivarlos cables o posarse en un saliente".
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Lo que va de un pájaro a un dron
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