Un busto romano da cuenta que la nariz de Hipócrates, padre de la
medicina, lucía un tanto prominente. También según la tradición médica
sobresaliente era el olfato del griego a la hora diagnosticar alguna
enfermedad. Han pasado varios siglos y los médicos al lado de la cama
del paciente aun emplean sus fosas nasales al intentar reconocer
infecciones por bacterias, problemas hepáticos irreversibles, o
complicaciones peligrosas asociadas a diabetes. Pero a diferencia de los
galenos de la antigüedad, generalmente cuentan con un arsenal de
tecnología médica destinada a confirmar sus diagnósticos presuntivos. La
aparatología, desde la invención del estetoscopio, no ha intentado otra
cosa que amplificar los sentidos que ya poseen. Les ha permitido
escuchar lo que era un secreto y ver lo que estaba vedado. Ahora en un
escenario hipertecnologizado, la que asoma es una potente nariz
electrónica. Capaz de husmear más profundo que la de Hipócrates. Tanto
que, a pesar que estén cubiertas con piel y músculos, podrá decirte que
tal de saludables huelen tus articulaciones.
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¿Qué tal huelen tus articulaciones?
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