A medida que las conversaciones se van pautando, David saca a flote
recuerdos que parecían sepultados. Un día aparece en mi correo
electrónico, a modo de cuaderno de bitácora rescatada de un naufragio,
el relato en primera persona de unas experiencias que me sitúan en la
isla de Wolf. Son las notas de alguien que recoge hechos. Es un cuaderno
de campo sabiamente aderezado con la rutina de abordo. A veces, como
profano en la materia, relleno los espacios en blanco que ha dejado
David, explicaciones accesorias para un profesional del buceo que no
tiene ni hojas ni tiempo más que para lo estrictamente relevante.
link:
Respirando salitre 4: Bailando con tiburones
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