Pueden llamarlo el «mal de la rosa», «escorbuto alpino», «enfermedad de
Saint-Aman» o «lepra asturiana» (italiana y de Lombardía también vale),
entre otros. Todas son la misma afección alimenticia, la pelagra (de
«pelle», piel, y «agra», áspera), nombre que fue sugerido por el
italiano Francesco Frapolli, en su obra «Aniimadversiones in morbum
vulgo pellagram» (Milán, 1771). [1]. Las distintas denominaciones se
debe a que esta enfermedad aparecía en distintas zonas y, ni se conocía
muy bien su origen, ni se establecía una clara relación entre ellas. Se
pensaba en una enfermedad infecciosa. Antes de que el italiano acuñara
el término, fue el médico español Gaspar Casal Julián
(1680-1759) quien luchó contra esta idea. De hecho, la primera
descripción de la enfermedad aparece en su obra póstuma «Historia
natural, y medica de el Principado de Asturias» (Madrid, 1762)
link:
Los once presos que dieron la razón al primer epidiemólogo español
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