Si han tenido ocasión de contemplar peces en una pecera, un estanque o,
desde la orilla, en el cauce de un río, quizás haya reparado en que
abren y cierran la boca de forma rítmica. Así respiran. Los movimientos
de apertura y cierre de la boca, coordinados con los de los opérculos
que protegen las branquias, sirven para tomar agua del exterior, hacerla
pasar a través de los arcos branquiales y expulsarla después. Pero no
la beben. De hecho, no tendría sentido alguno que bebiesen el agua que
entra en la cavidad bucal. Es más, los peces de agua dulce han de
intentar que no penetre en su cuerpo. Y como no pueden evitar que algo
de agua llegue al interior, la expulsan en grandes cantidades. Veamos el
porqué de todo esto.
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Los peces en el río
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