El programa Energía-Burán fue el proyecto espacial más caro y ambicioso
de la antigua Unión Soviética. Pero tanta complejidad tenía un punto
débil: la seguridad. A diferencia de las cápsulas Soyuz los
transbordadores del programa Burán carecían de una torre de escape que
pudiese alejar la cápsula de la tripulación de un posible lanzador con
problemas. Un inconveniente que la catástrofe del Challenger en 1986
había mostrado claramente. La solución de los ingenieros de NPO Mólniya
fue dotar a las lanzaderas de asientos eyectables de forma similar a lo
que la NASA hizo en los vuelos de prueba del transbordador
norteamericano.
link:
Probando el asiento eyectable del transbordador Burán en un cohete
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