Tanto el dibujo como la escritura y, por ende, el lenguaje, son las
formas de comunicación y abstracción más antiguas y definitorias del ser
humano. Las palabras se las lleva el viento, se las lleva el tiempo, si
no se garabatean sobre algún soporte. Si además este soporte no pudiese
trasladarse y apilarse, como ocurría con los estáticos muros de las
primitivas pinturas rupestres, el conocimiento seguiría permaneciendo y
perteneciendo a un lugar. La evolución del soporte a través de la
historia simboliza nuestro carácter social, nuestro afán por conservar y
comunicar.
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El papel viejo es amarillo
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