Dentro de unos días cumplo
la respetable edad de sesenta y cinco tacos. Y si hiciera caso a todo
lo que se publica sobre los peligros que nos acechan en la vida moderna,
puedo considerarme un auténtico superviviente. La casa de mis padres en
Hernani, en la que pasé mi adolescencia, no debe estar a mucho más de
dos o tres kilómetros en línea recta de una planta que fabrica una gran
parte del PVC que se consume en España. Como ya conté en otra entrada,
en los primeros tiempos de esa empresa, el PVC (policloruro de vinilo, un plástico) se obtenía por procedimientos poco seguros a partir de su materia prima o monómero, el cloruro de vinilo,
un compuesto gaseoso que es considerado (y con razón) un reputado
cancerígeno. Afortunadamente, el procedimiento de hoy en día no permite
que los trabajadores o los habitantes más próximos entren en contacto
con ese gas. Pero, cuando había peligro, yo no vivía muy lejos del
mismo.
link:
El oxígeno que (probablemente) nos matará
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