Entre la población general, y más en concreto entre los padres,
tutores y “profesores” se sostiene la idea, con poco género de dudas, de
que el desayuno es una de las ingestas indispensables para los más
pequeños de la casa, es decir, para nuestros hijos. Siguiendo esta idea,
con un desayuno adecuado, y al parecer no sin él, los niños podrán
hacer frente con más garantías de éxito, de aprovechamiento y de
rendimiento a la jornada escolar, tanto en lo que se refiere a las
cuestiones físicas como a las cognitivas. Sin embargo, esta idea, en
cierta manera preconcebida, tiene algunos claroscuros a la luz de la
ciencia y no termina de quedar clara. ¿A todos los niños (o a los
adultos) les afecta de igual manera el desayunar o no? ¿Cuánto y de qué
forma es conveniente que desayunen los niños? En este artículo se
analizará la evidencia al respecto de estas cuestiones.
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Desayuno, atención y rendimiento escolar: que no te confundan
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