De manera sintética, podríamos decir que oír consiste en convertir las
ondas de presión del aire en señales neuronales que pueda procesar
nuestro encéfalo. Esto se produce en varios pasos: el tímpano, en
contacto con el aire, transmite su vibración los huesecillos del oído
(los osteocillos óticos: yunque, martillo y estribo) que, a su vez,
comunican con la cóclea. En la cóclea, la misma vibración se transmite a
través de un fluido y entra en contacto con el órgano de Corti, que
convierte estas ondas mecánicas en una señales eléctricas, ya sí, aptas
para neuronas. En esta elaborada transformación intervienen, por tanto,
partes del oído medio e interno, pero… ¿y las orejas? Estrictamente
hablando, es posible oír sin orejas ¿para qué sirven, entonces, estas cartilaginosas formas a los dos lados de nuestra cabeza?
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#LDOnda: Orejas
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