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martes, 24 de mayo de 2016

¡Que no te la chupen... demasiado!

No se reflejan en los espejos, retroceden aterrorizados ante el ajo o la visión de un crucifijo, no soportan la luz solar y únicamente se puede acabar con ellos clavándoles una estaca en el corazón o decapitándolos. Así son, poco más o menos, los vampiros, esas criaturas desdichadas condenadas a vagar eternamente mientras se alimentan de sangre humana, preferentemente. Más aún, poseen la capacidad de "transformar" en vampiro a todo aquel del que se nutren, siempre que no le quiten la vida a causa de un frenesí desbocado durante el proceso de succión. Pero, reflexionemos por un momento: ¿cómo puede suceder esto?
 
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