En el artículo anterior
os contaba cómo la célula utiliza la autofagia para redecorar su
interior, reorganizar sus orgánulos y deshacerse de todo aquello que le
sobra, le estorba o le perjudica de alguna manera, como en uno de esos
famosos programas de los canales de la TDT que se dedican a destruir tu
casa por dentro para levantar una nueva en la que puedas vivir (y tener
más espacio de almacenamiento, que, por alguna razón, es importantísimo
tener siempre más). Pues hoy, continuando con la autofagia, vamos a ver
cuál es el papel de este proceso en el desarrollo y progresión de la
enfermedad, cuando el mecanismo, que pretende contribuir a la
supervivencia y el buen funcionamiento, se convierte en una pesadilla de
la que no se puede escapar.
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Autofagia (II): ¡Huelga, huelga!
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