Hace mucho tiempo tuve un gato llamado
Micha, era famoso en la familia por ser asimétrico y feo, pero también
era muy gracioso y se llevaba estupendamente conmigo. Uno de sus
comportamientos que más llamaba la atención aparecía cuando jugaba a
pelear (tengo las manos llenas de cicatrices después de muchas
generaciones de gatos), cuando se escondía solo lo hacía con la cabeza.
Yo le atacaba y el me atacaba a mí, cuando huía corría hacia una cortina
o mesa camilla y allí metía la cabeza. En aquellos momentos eso nos
parecía una “particularidad” más de su ser.
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Hacerse invisible cerrando los ojos
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