“¿Podríamos hacer una lectura sentimental de la Historia? [Porque] no
somos robots que pelean y conquistan, ni flujos económicos de
transferencia de capital y mercancías, somos seres humanos, cargados de
emociones y sentimientos, respuestas cerebrales que marcan nuestras
decisiones. [Hay] pequeñas frases que te muerden como un tábano, te
dejan una marca, un algo que persiste cuando ya no sabes donde lo leíste
o si tiene el mínimo asomo de verosimilitud. [Están] en lo más profundo
de nuestro cerebro donde hay algo primitivo que se activa, cuando vemos
un arco iris, cuando olemos en las brasas, cuando oímos llorar”.
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Reseña: “Un esquimal en Nueva York” de José Ramón Alonso
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