Una de las pseudoterapias que más se están extendiendo últimamente es el reiki, esa práctica “milenaria” que inventó un monje japonés allá por los años 1920,
y que se está abriendo paso incluso como tratamiento “complementario”
en la sanidad pública, quizá porque es tan obvio que no sirve para nada
que también parece evidente que no va a hacer nada malo. Por otra parte,
eso de que haya por ahí una supuesta energía vital se ajusta tan bien a la disparatada “perturbación del campo energético” que hasta hace poco reconocía la NANDA
que es inevitable que la idea de manipularla haya atraído a numerosos
profesionales de la enfermería, más deseosos de guiarse por cuentos de
hadas que por la realidad.
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Ciencia, pseudociencia y una niña
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