En muy pocas ocasiones, por no decir nunca, el emperador Augusto
se desesperó tanto como entonces. Su enojo era tal que meses después de
la terrible derrota no paraba de darse golpes contra los muros del
palacio mientras repetía con desespero Quintili Vare, legiones redde!, es decir, “Quintilio Varo, devuélveme mis legiones”, y así lo dejó por escrito el historiador Suetonio.
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¡Varo, devuélveme mis tropas!
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