Obviamente, no se tarda lo mismo en construir una casa de paja o de
madera que una de ladrillo (con lo que el cuento criticaba las poquitas
ganas de trabajar que tenían dos de los cerditos). El lobo consiguió
derribar a soplidos las casas de paja y madera (que menudos pulmones
debía tener el canis lupus),
pero no la de ladrillo, donde al final se refugiaron los tres cerditos
que acabaron escaldando al lobo. (Mi niña interior se preguntaba si esa
casa de ladrillo, hecha tan a prisa y corriendo, no iba a ser de una
calidad pésima… cosas que da el pensar).
El factor clave, en este caso, era el tiempo.
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¿Quién tEME al Orión feroz?
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