Uno de los mayores problemas de intentar desenmascarar a personas como
Pamies es que, en este país, lanzar ataques contra alguien hace aflorar
en mucha gente el instinto de Quijote y provoca una reacción de simpatía
hacia el atacado. Una manifestación de una Universidad, una prohibición
de un ayuntamiento o un desmentido de una asociación contra el cáncer
son difíciles de asumir cuando se carece de argumentos, así que lo mejor
es poner ojos de cordero degollado y jugar la táctica de dar lástima.
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El decálogo de Pamies (2): Hazte la víctima y grita censura
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