Recuerdo en mi infancia, en las tranquilas noches de verano al aire 
libre, oír a algún familiar gritar ¡una estrella fugaz, pide un deseo!, 
pero cuando quería mirar al cielo, allí no había nada. Sin embargo, 
cuando vi mi primera estrella fugaz no me dio tiempo a realizar petición
 alguna, ya que el fenómeno duró un suspiro, un pequeño destello en 
movimiento de menos de un segundo. A partir de entonces, siempre llevaba
 preparado un deseo por si aparecía alguna de aquellas 
súbitas maravillas estelares.
Tarde años en poder explicarme aquel fenómeno; en mi entorno todos 
abrazaban la explicación mágica sobre estrellas que solo vivían unos 
segundos
link:
 ¡Pide un deseo! El mito de las estrellas fugaces
 
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