En el año 2012 el trabajo de David Carrier, de la
Universidad de Utah, generó cierta controversia al afirmar que los
humanos somos seres fundamentalmente violentos y que esta violencia ha
moldeado algunas partes de nuestra anatomía como las manos, para favorecer la formación de puños con las que golpear a los rivales.
"El papel que ha jugado la agresión en nuestra evolución no ha sido
suficientemente apreciado", aseguraba Carrier. "Si una postura del puño
proporciona una ventaja, las proporciones de las manos también pueden
haber evolucionado en respuesta a la selección para la capacidad de lucha, además de la selección de destreza", insistía.
link:
El extraño experimento de los cadáveres que dan puñetazos
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