La mayoría de las personas nace con la capacidad de hablar, de caminar o
de tocar un instrumento pero si no se les somete a un proceso de
entrenamiento nunca serán capaces de hacerlo ya que no es algo que se
desarrolle de manera innata. Pues bien, en el caso de los mecanismos
destinados a la autorregulación de impulsos sucede algo parecido: si no
se le enseña a alguien a esperar su turno de palabra, a no herir a los
demás, a no conseguir siempre lo que se quiere y, en definitiva, a
comportarse de manera acorde a las normas sociales, es complicado que lo
aprenda por sí mismo.
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Un tratamiento médico contra la delincuencia
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