Tanto
la literatura como el cine de ciencia ficción están plagados de seres y
criaturas cuyo tamaño ha disminuido o se ha incrementado de forma exagerada:
los diminutos habitantes de Liliput o los gigantes de Brobdingnag,
protagonistas de dos de los viajes de Gulliver, la inmortal obra de Jonathan
Swift; Scott Carey, el infortunado e increíble hombre menguante de la película
homónima de Jack Arnold (basada en la novela de Richard Matheson) o el no menos
desdichado hombre creciente, el teniente coronel Glenn Manning; la mujer de
cincuenta pies, Allison Hayes; los sufridos hijos de Wayne
Szalinski, reducidos a la mínima expresión en Cariño, he encogido a los niños;
el clásico cuento de hadas Pulgarcito y, más recientemente, el bioquímico Henry
Pym, alter ego de Ant-Man, por citar tan sólo unos cuantos ejemplos de sobras
conocidos.
link:
La voz de Ant-Man
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