Es imposible hablar de Julio César
y Cleopatra sin mencionar al tercer miembro del triángulo de poder y
pasión, Marco Antonio. ¿Quién iba a decir que un plebeyo jugaría un
papel tan significativo en el futuro de la República, y en buena parte
en el del mundo conocido? Pocos se atreverían considerando que el joven
Marco Antonio, huérfano de padre natural y adoptivo, dedicó sus años
mozos a no hacer nada de provecho, a vagabundear por las calles de Roma,
bebiendo, y siendo el protagonista de relaciones sexuales escandalosas.
Su vida dedicada al libertinaje y al desenfreno, terminaría cuando tuvo
que abandonar la Capital Eterna huyendo de sus acreedores. En Grecia
encontraría por fin su llamado militar, y ya a los 26 años, se unió como
jefe de Caballería al estado mayor de Aulo Gabinio, que en el año 57 a.
de C. marchó hacia Siria como procónsul.
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Marco Antonio, tan cerca…y nada.
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