En la actualidad, en el país científicamente más avanzado del planeta,
en donde no pasa una semana en la que se produzca un nuevo hallazgo,
descubrimiento o invención científicos existe un reducto de
“investigadores” que (casi al estilo de Astérix y sus amigos de la aldea
gala) mantienen viva la llama de esos hechiceros, nigromantes y
alquimistas del ya lejano Medievo. Y encima todo ello financiado con
dinero público: es el más que sorprendente NCCIH.
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Financiando la magia con cargo a los presupuestos de investigación en pleno siglo XXI
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