Los días se acortan en Long Bay, Auckland. Después de explorar los
alrededores de su nueva casa, David ha encontrado un camino propicio
para salir a correr y oxigenarse. Lo necesita. No está acostumbrado al
trabajo de gabinete, mucho menos entretenido y más monótono que el de
campo. Él es un hombre de acción, y aunque la edad le va sedando, como
nos pasa a todos, la inmovilidad en la mesa de trabajo, poniendo en
orden todos esos datos tomados durante años, le agosta el alma.
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Respirando salitre 2: El insólito encargo de marcar tiburones
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