Desde niño, en el cole, aprendí que
Napoleón y Hitler intentaron conquistar Rusia. Ambos, decían los libros,
se toparon con un enemigo inesperado, el General Invierno. Aún leo en
casi todas partes que fue el frío el que frenó a los ejércitos invasores
de los dos megalómanos, una teoría con la que cada vez estoy menos de
acuerdo. Ahora bien, no me atrevería a decir que las bajas temperaturas
no tuvieron nada que ver con dichos intentos fallidos. No soy tan
arrogante. Sin embargo, si ponemos los clichés de un lado, es fácil ver
que aquellas campañas de conquista encontraron otros obstáculos más
poderosos que el frío. Si el artillero corso y el cabo austriaco no
lograron su objetivo, no fue por culpa del General Invierno.
link:
El mito del General Invierno
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