A principios de la década de 1970 la exportación anual de perlas negras
de la Polinesia francesa apenas suponía unos ingresos para el
archipiélago de 3.000 euros. Se consideraban baratijas de poco valor
hasta que la astuta estrategia de un comerciante de origen italiano,
Salvador Assael, las convirtió en una de las joyas más deseadas del
mundo.
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La neurociencia aplicada a tus compras
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