Se trata de una de las enfermedades con más prevalencia y repercusión
sociosanitaria, por su elevada frecuencia y por el impacto que tienen
sus complicaciones crónicas, aunque se desconoce su incidencia real y
las estadísticas probablemente estén infravaloradas. Mucho antes de que Thomas Willis en 1675 le diera el apellido de mellitus, por el dulce sabor a miel que tenía la orina al probarla,
griegos, chinos, egipcios, persas e indios ya la reconocían, refiriendo
la literatura hindú que la orina era “pegajosa y atraía fuertemente a
las hormigas”, siendo probablemente sus síntomas ya descritos en el papiro de Ebers (s. XV a.C.).
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La diabetes, esa dulce e ignorada enfermedad del pasado tan presente todavía
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