Aun con suministros de energía prácticamente infinitos, la velocidad de
una nave interestelar estaría limitada en la práctica a una fracción de c.
A velocidades tan altas el choque con cualquier fragmento de materia,
incluso átomos de hidrógeno, sería catastrófico. Cualquier nave que se
enviase a una velocidad superior a unas centésimas de c llegaría a su objetivo totalmente abrasada.
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Viajar a las estrellas (II)
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