La mayoría de métodos de detección de exoplanetas nos permiten descubrir
 nuevos mundos situados muy cerca, pero también a cientos o miles de 
años luz (a mayores distancias la absorción del polvo interestelar y el 
escaso brillo de las estrellas dificulta la tarea sobremanera). La 
excepción a esta regla es la visualización directa de exoplanetas. Por 
motivos obvios cuesta mucho resolver un planeta extrasolar perdido en el
 brillo de su estrella cuando la distancia que nos separa de ellos es 
muy grande. ¿Pero cómo de grande? Pues de hasta 1200 años luz, como nos 
demuestra el curioso caso del planeta CVSO 30 c.
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 CVSO 30 c: un planeta en formación a 1200 años luz
 
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