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martes, 17 de noviembre de 2015

Alexander Borodin, la química y la música

Los primeros acordes de Príncipe Ígor comienzan de una forma tranquila y sosegada. El oboe entra con el tema principal, a lo que le sigue la contestación del corno inglés. Después entran las cuerdas para reforzar el motivo principal planteado por los primeros solos. Miles de personas se han acercado a los inmensos jardines para disfrutar de la música, de sobrecogerse con ella. La música tiene esa capacidad, la de introducirse en nosotros sin pedir permiso y hacer que nuestras emociones salgan a la superficie de una forma casi inefable.

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