Cuando los edificios se construían con veneno.
Era el material ideal, versátil,
resistente al fuego, flexible y abundante. Los persas, los griegos y los
romanos lo buscaron y lo utilizaron, aunque fuese en cantidades no muy
grandes. Ya en nuestra era se utilizó en grandes cantidades, mezclado en
telas o con cemento, y particularmente con fibra de vidrio para
fabricar los aislantes que se incluyeron en buena parte de nuestros
edificios, en prácticamente todo el planeta. Todos muy contentos, hasta
que a mediados del siglo XX, estudios científicos demostraron que el
amianto, o asbetos, podía producir cáncer con el contacto prolongado.
Entonces, venga a derrumbar lo que no se podía reparar y a sustituir lo
que sí, y en eso seguimos.
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