Burgos, tras ser convertida sede episcopal en 1075 por el rey Alfonso VI, comenzó a construir su magnífica catedral en 1221, siguiendo los patrones góticos franceses de las Grandes Catedrales de Reims y París.
Tras numerosas modificaciones, sobre todo durante los siglos XV y XVI,
en la actualidad podemos disfrutar tanto de su exterior como de su
interior, y es en este último donde encontramos una figura que nada
tiene que ver con las capillas, relieves, pinturas y retablos que la
rodean: el Papamoscas.
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El Papamoscas de la Catedral de Burgos
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