Una de las grandes sorpresas que trajo el fin de la
Segunda Guerra Mundial fueron los avances de la Alemania nazi en materia
de cohetería. El famoso misil V-2 (A-4) diseñado por el equipo de
Wernher von Braun supuso una auténtica conmoción para los aliados. Nadie
esperaba que se pudiera construir un cohete tan grande con la
tecnología de la época. Incluso antes de que Alemania se rindiera de
forma incondicional, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética se
enzarzaron en una loca carrera por hacerse con el máximo número de
científicos y la mayor cantidad de material que tuvieran que ver con el
A-4.
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Un satélite artificial norteamericano en 1952
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